viernes, 6 de marzo de 2015

Esos ruidos...

El pasado lunes asistí a la conferencia de Josep Pàmies, "La dulce revolución"
300 personas completábamos el aforo máximo del salón de eventos.
A mi lado, un niño y una niña de aproximadamente 2 años de edad cada uno, sentados con sus respectivas madres.

Lo que a continuación comento es una observación, que quizás, sea comienzo de una reflexión mucho más profunda de lo que sucede en nuestro sistema. Con todo mi respeto les expongo lo que vivencié.

Comenzó la Conferencia, había alguna dificultad con el sonido por lo que no se alcanzaba a escuchar de forma clara lo que el señor Pàmies comunicaba. Se requería de más silencio para poder comprenderle.

De pronto, un señor cercano a mi comenzó a toser. Durante esos breves periodos de tiempo, las personas de alrededor no alcanzábamos a escuchar lo que se decía. En ese momento sólo quedaba poder aceptar el sonido como una parte más de lo que ofrecía la conferencia así que, quise que este sonido me ayudara a concentrarme, poniendo de mi parte toda atención posible, hasta que la tos pasó a un segundo plano en mis oídos.

Después de aproximadamente  media hora, una de las niñas comenzó a llorar, tras este hecho, en ese mismo momento una señora de detrás dijo: "¿Dónde van con críos a un lugar así?"

Observé que algo adentro de mí se movió.

La madre salió con la niña. Una vez salió, las dos señoras de detrás se dijeron: "No es lugar para niños", "no sé dónde van con críos a un lugar así".

Regresaron madre e hija con sonrisa a sentarse de nuevo.

El señor de antes, comenzó de nuevo a toser. Después de esto, silencio.

Pasó un rato y la niña habló un poco en voz alta, su madre le pidió silencio. En ese instante tres mujeres que estaban delante se dieron la vuelta y con rostro serio miraron a la madre. Las dos señoras de atrás siguieron hablando: "No se para qué viene si no se está enterando de nada". La madre le volvió a pedir silencio bajo la mirada de las tres señoras de delante, la niña comenzó a llorar. Salieron de nuevo de la sala.

En ese momento observo cómo mi corazón comienza a latir muy deprisa, mis emociones bailan, me siento incómoda. Mi mente comienza a emitir juicios. De pronto me doy cuenta, recuerdo a lo que yo he venido y poco a poco, respirando, lo voy acomodando en mi interior, hasta que me olvido de lo ocurrido regresando a mi presente, la conferencia.

Al llegar a casa, recuerdo lo sucedido....

Pienso en el ataque de tos que le dio al señor, y el silencio tras este sonido,
pienso en la niña que llora, y el alboroto tras este sonido,
pienso en las madres que asistían con sus hijos e hijas,
en las señoras sentadas alrededor
y en lo que Josep Pàmies estaba diciendo en ese momento...

 "cómo hacer una revolución
 desde la forma de alimentar nuestro cuerpo y nuestra alma
 para promover una mejora en nuestra calidad de vida".

Lo que nos unía a todas las personas que en ese momento estábamos allí.

Pienso que tanto el sonido de la tos como el del llanto no permitían escuchar. Con uno de estos hechos se manifiesta cierto tipo de molestia por parte de algunas asistentes, lo que me hace pensar que quizás no es el ruido en sí lo que molesta, sino algo más profundo.
Pienso que las normas sociales siguen manejando parte de las creencias que quizás hace tiempo no revisamos.
Pienso en la dureza de la propia mujer hacia sus mujeres, quizás estas señoras fueron madres y en algún momento de su vida vivenciaron algo similar.


¿Qué hace dentro de un sistema, que el ruido de los y las niñas moleste?
¿Qué hace dentro de una sociedad, que se vea a las madres como irresponsables al querer hacer algo diferente?
¿Pedimos silencio exterior desde nuestro propio caos interior?
¿Pido que la sociedad cambie pero me molesto cuando alguien lo hace?
¿Qué lugar tienen los y las niñas dentro de la sociedad?
¿Qué lugar tiene la educación y el acompañamiento a los niños y niñas en esta sociedad de cambio? 
¿Dónde, si no es dentro de una conferencia, van a aprender los niños y niñas a asistir a conferencias, fuera de ellas?

Ser madre no quiere decir ser esclava de la vida y quedarse limitada en todos los propios intereses por satisfacer únicamente las necesidades de los y las hijas. Para ser madre, se necesita ser mujer y satisfacer unas necesidades, también como tal, al menos aquellas que cada una considere básicas. Y para ello se necesita una sociedad que apoye este movimiento de ser madre, de ser padre, y el movimiento comienza en uno mismo, en una misma.

Qué hermoso me resulta ver a madres poder asistir a este tipo de conferencias. Porque es la forma que tienen de cambiar el mundo desde ellas mismas para ofrecerle a sus hijos e hijas otra alternativa.
Qué hermoso me resulta ver en estas conferencias a mujeres más mayores asistiendo con su experiencia de vida y creencias, a conferencias de este tipo sabiendo que nunca es tarde, sino que todo llega en el momento preciso.
Qué hermoso me resulta ver que un hombre con ataque de tos decide asistir a escuchar lo que le es de interés, en lugar de quedarse en casa, avergonzado, pensando que va a molestar.


"Seguro algún día dejarán de molestarnos los ruidos de los vecinos porque habremos aprendido a acallar los nuestros propios."



También es silencio el poder aceptar, todo ruido exterior, como parte del mismo.