lunes, 28 de octubre de 2019

Nada permanece

En realidad no te conozco, no se cómo es tu rostro, tu cuerpo, tu olor. Solamente se que vives desde hace un tiempo, que tanto tú como yo estamos en movimiento constante, que te vas transformando, desarrollando, creciendo y que estamos en constante conexión.
Nada permanece estático, todo se encuentra en movimiento, todo cambia, gira, se transforma...

No sé en realidad quién eres o quién desees ser, nos iremos conociendo con el paso del tiempo. Sin embargo, desde el primer instante has llegado para recordarme, una vez más, que no todo sucede como uno desea, que la vida te da giros inesperados, que la intensidad puede transformar un minuto en una eternidad y los meses en parpadeos.

Has llegado a recordarme que no todo sucede ni cómo ni cuando uno desea y me has recordado que la rendición y la entrega con consciencia plena en el momento presente han sido la mejor respuesta.

Rendirme a lo que es, entregarme a lo que llega en el aquí y ahora con la sabiduría necesaria para asentir aquello que viene y transformar la perspectiva con la que mirar al mundo.
Morir con los proyectos, morir con el cuerpo para renacer de nuevo a la vida con una nueva mirada, con nuevas propuestas, con nuevos proyectos, nuevas sensaciones. 

Gracias por recordarme que morir es tan necesario como vivir y que uno carece de sentido sin el otro. Gracias por hacerme caer en picado y hacerme resurgir de nuevo, como otras tantas veces.

Gracias por enseñarme que la soledad es tan necesaria como el encuentro con la tribu. Gracias por recordarme que no será la última vez, nada permanece...

Nos seguimos transformando.