sábado, 26 de febrero de 2022

Las invasiones y nuestra Paz

Los ojos del mundo dirigidos hacia un solo lugar. Un segundo convertido en una eternidad.

¿Para cuándo la paz?


En este relato es mi último objetivo comparar toda esta serie de situaciones que menciono con una invasión de territorio como la que se vive actualmente y se ha estado viviendo y continúa en muchos otros países. Estas guerras que arrasan y te arrancan la vida de una manera desgarradora. Para nada deseo hacer esas comparaciones. 
Este escrito me ha surgido a raíz del momento en que vivimos y mi propósito no es otro que el de recordarme a mi misma el camino. De paso, si te sirve para que recuerdes el tuyo y arroje algo de luz en esta oscuridad, me sentiré mucho más agradecida con la vida.

Durante mis años vividos en México, tuve la suerte de ser acompañada por grandes maestros y maestras.
Todos ellos y ellas me guiaron en el proceso de mirada hacia mi interior y me aportó paz, mucha paz, cada vez más.
Comprendí que siempre podemos hacer algo y que, por pequeño que sea, siempre queda en nuestras manos la transformación.
No solamente son las formaciones, sino su puesta en acción porque cuando no lo practicas el miedo de nuevo surge y hace que actúes desde una vibración diferente.
Comprendí la importancia de la disciplina y del recordar.

Con el tiempo y muy a mi pesar también aprendí que hay personas que no quieren la paz (aparentemente), mucho menos transformarse. Probablemente algo más profundo les suceda y les arrastre hacia ese lado. Sin embargo, no es nuestra tarea desear que la otra persona cambie si la otra no desea que haya cambio. Puede ser frustrante y desgastante y además, el deseo de transformar a la otra nos sitúa en una posición de creernos en superioridad.

Me costaba creer o más bien no quería creer que determinadas personas buscasen como propósito satisfacerse a sí mismas a costa del sufrimiento de las demás. Cuando pienso desde la frialdad, me sigue costando entender cómo para sentirse superiores necesitan dominar, y no solo eso, sino que además, para conseguir dicho dominio necesiten pisotear el bienestar de la otra y su derecho a la intimidad.

Tristemente las dominaciones e invasiones no solamente suceden entre países, suceden en cada uno de nuestros espacios.
Estas invasiones de dominio suceden en la familia cuando por ejemplo se desea imponer a la otra, sobre todo, en un terreno en el que ya no corresponde tomar decisiones.
Las invasiones existen en cada pérdida de respeto hacia la otra. 
Suceden invasiones de casas y otros espacios personales.
Suceden invasiones de cuerpos.
Suceden también invasiones cuando no se respeta el ritmo de juego de la infancia.
Suceden invasiones cuando la persona adulta desvela la solución de juego en la infancia antes de tiempo robando así los aprendizajes y forzándolos para que sucedan cuando no corresponden.
Suceden invasiones en los patios escolares. Todos los días.
Suceden invasiones en los puestos de trabajo. 
Suceden en la calle con mensajes y golpes violentos y no tan violentos.
Suceden en las redes sociales.
Suceden invasiones teléfonicas.
Suceden invasiones en forma de creencias que te bombardean acerca de cómo tienes que llevar tu vida y cómo tiene que ser tu cama.

Siento enfado, sí. Mucho.

Cuando sucede este acto de dominación o invasión siento enfado, este mismo enfado me pone alerta. Me doy cuenta de lo que necesito, de que algo grande sucede dentro de mí.
Me doy cuenta que mis sentimientos y pensamientos no me ayudan y vuelvo a mí, regreso a mi paz. 
Me vuelvo conmigo en mi silencio, respiro. Y esto lo transforma todo adentro aunque no transforme nada allí afuera donde están los bombardeos.
Intento abrirme a una nueva mirada para conseguir paz, mi paz y la de mi entorno próximo.
Y desde esta paz me hago fuerte para seguir construyendo mis límites y confiar en mis fortalezas.
Porque a veces,  nada podremos hacer con las personas que llevan sus propias guerras y bombardean (bombas, palabras y acciones), nada podremos hacer en el tráfico de armas.

Ante estas situaciones cada vez tiene menos sentido desear cambiar a la otra. Es imposible y al mismo tiempo, no es nuestra tarea. No nos corresponde porque mientras estamos pendientes de lo que debería cambiarse en la otra, dejo de atender lo que puedo transformar aquí adentro para conseguir la paz.

A parte de mostrar al mundo nuestra repulsa hacia las guerras, sí podemos hacer aquí adentro algo para que todo este enfado se transforme.
Sí podemos hacer, es más, es nuestra responsabilidad sentir y crear paz, nuestra paz y la de nuestro entorno más cercano.

Y esta paz no significa estar en silencio, esta paz no significa hacer lo que los demás desean que hagas con tu vida, esta paz se dirige hacia tí, te envuelve y desde ahí recuperas tus fortalezas para establecer los límites esenciales y ser guardia y custodia de tí misma, cuidadora de tu cuerpo y mente. Protectora del bienestar de los infantes a tu cargo y a su vez esta paz que sabe limitar, puede ser revolucionaria.
Nuestros límites personales son una buena forma de establecer nuestra paz.
Como decía Gandhi: no hay caminos para la paz, la paz es el camino.

Y si has leído hasta aquí, te invito a que sigas preguntándote:
¿Para cuándo la paz en el mundo?
¿Para cuándo la paz entre países?
¿Para cuándo la paz entre vecinos?
¿Para cuándo la paz con tus compañeros de trabajo?
¿Para cuándo la paz en la infancia?
¿Para cuándo la paz lejos de la manipulación?
¿Para cuándo la paz lejos del chantaje?
¿Para cuándo la paz en tus comentarios del día a día?
¿Para cuándo la paz en tu mente y corazón?

¿Para cuándo la paz?

martes, 22 de febrero de 2022

Mi sentir acerca de las Constelaciones familiares

Hace un tiempo no me atrevía a nombrar en mi currículum mi formación y experiencia en Constelaciones familiares.
En todos estos años he escuchado todo tipo de argumentos.
Hoy comparto desde este perfil profesional que en cualquier trabajo las malas praxis que se hayan llevado a cabo son malas praxis y hay que sacarlas a la luz.

Si un maestro no ejerce como debiera es una mala praxis.
Si un abogado no ejerce como debiera es una mala praxis.
Si un médico no ejerce como debiera es una mala praxis.
Si alguien que realiza terapias alternativas no ejerce como debiera es una mala praxis.
En los cuatro casos debiera de ser algo personal y no en contra de la disciplina.

Si en los tres primeros casos no dejamos de confiar en la educación, en la medicina, ni en la abogacía ¿por qué se tacha de inválido incluso hasta de peligroso el tercer caso? ¿por desconocimiento? Hace años pasaba con la meditación y ahora ya la ciencia ha demostrado sus efectos. Ya no es cuestión de creer o no creer, el cerebro se transforma.

Las Constelaciones familiares te muestran otra cara de la situación que vives y esa transformación de tu mirada es la que hace que todo se transforme en tu sistema.

La persona que acompaña no aconseja, no decide por ti. Jamás te dirá lo que debes hacer. Es más, si estás viviendo alguna enfermedad ni siquiera entrará en debate y si le preguntas, te comentará que sigas con tus pautas médicas.

Habrá personas que les ayude la meditación, a otros el yoga, el Reiki, la acupuntura, la medicina china... Ni siquiera tienen que gustarte todas ellas.

Las terapias alternativas pueden ayudar a sentirte mejor y eso no debiera estar tachado por la sociedad. 
No se trata de escoger entre la medicina tradicional y la alternativa, sino de unir todo aquello que se encuentra a nuestra disposición para hacernos sentir en un bienestar mayor.

Eso sí, escoge muy bien a la persona que deseas que te acompañe en este proceso.
Tristemente vende humos hay en todas las profesiones y en esta por supuesto que también los hay.
En cualquiera de las disciplinas sospecha de quienes te digan que solamente esa opción te ayudará.

domingo, 13 de febrero de 2022

Entre ciencias y salarios...

Hoy voy a retomar un tema que tiene que ver con la investigación científica.
La otra noche escuché a algunas personas jóvenes estudiantes de Doctorado. Estaban reivindicando un salario y condiciones laborales dignas.
Todas ellas estaban trabajando en investigación y comentaban acerca de cuál era su salario. 
Me gustaría reflexionar sobre tres aspectos que llamaron mi atención mientras les escuchaba.

1. Valoro a la gente joven con entusiasmo y ganas de reivindicar derechos para una mejora laboral para toda la ciudadanía.

2. Partimos y coincidimos en que la carrera de investigación no está remunerada como pienso que debería, al menos en España.

Llamó mi atención conocer que todas las personas que escuché habían optado a una de las ayudas que se ofrecen como doctorando. No entraré en duda en si este salario es digno o no lo es porque sé que hay muchísimo trabajo detrás que jamás saldrá a la luz ni se reconocerá.

Sin embargo:
¿Y si hace algunos años que acabaste la carrera y no tienes opción a estas ayudas?

Sea como sea, invertir tu tiempo en realizar ciencia queda lejos de reconocerse en la mayoría de casos. En general la carrera de investigación está poco valorada. No solamente hablando de salarios, sino de reconocimiento en sí.

En mi caso pagué mis matrículas, mis cursos, mis siete años como estudiante. Recibí un premio a la investigación por parte de la Fundación Bancaja (3000 euros).  Muy agradecida porque la inversión que hice para el Doctorado fue grande y todo lo que venía como ayuda fue muy bien recibida, así que con este premio pude costear la impresión de los ejemplares finales y algunas matrículas.

¿Cómo lo hice para sobrevivir estos 7 años? 

A parte de la ayuda de mi familia, fui compaginando formaciones de profesorado, talleres a familias, consultas individuales y clases particulares con mis estudios. Todo ello junto con un embarazo y la crianza del primer año y medio de la pequeña. 
¿Aportó mi trabajo a la ciencia? 

Por supuesto, y pagué para ello. Como tantas y tantas personas que desean realizar ciencia aportando su grano de arena a la creación de nuevos conocimientos y ya no pueden optar a ayudas porque terminaron sus carreras universitarias hace algunos años.
Sin embargo, por otro lado, me gustaría mencionar que me formé gracias a las Universidades públicas, no solamente por sus instalaciones, sino por permitirme acceder a revistas prestigiosas de elevados costes. Me formé gracias a toda la ciencia que está en acceso abierto y a personas que deciden publicar en abierto para generar conocimiento al alcance de todas las personas.

¿Crees ahora que toda investigación tiene apoyos, subvenciones, incluso un salario detrás? 

Hemos visto que no y cuando digo salario digo salario, ni siquiera estoy nombrando la palabra "digno" detrás. En mi caso, como tantos otros que harán lo mismo, costeé el Doctorado con el salario a cuenta gotas que iba entrando y por supuesto, con la ayuda de mi familia. 

3. El tercer aspecto a reflexionar es sobre un comentario que hizo un participante. Estamos de acuerdo en que la ciencia necesita investigadores y remuneración. Por supuesto. Pero eso de que "las personas que investigamos necesitamos un salario digno porque no somos trabajadores de segunda"...
Y yo me pregunto:

¿Trabajadores de segunda quiénes son? 
Todavía no logro entender este comentario.

Reivindiquemos salarios dignos con los que tener acceso a viviendas confortables, a comida saludable, a calefacción, a gas, a luz, a agua, a medios de transporte y vida de calidad.
Reivindiquemos reconocimiento en investigación y más inversiones económicas para el avance científico en todos los ámbitos (que a veces se nos olvida que Educación también es ciencia). Pero no reivindiquemos porque creamos que hacer investigación debe tener un salario superior al que tienen otras personas. Reivindiquemos salarios dignos para todas las profesiones porque necesitamos ciencia pero también nos necesitamos de unas a otras para subsistir. Dejemos de creernos que quienes hacemos investigación merecemos más.

¿Sabes qué es algo que necesitamos y es totalmente gratuito?
El Reconocimiento.

Reconoce a tus amig@s, reconoce al resto de personas que hacen su trabajo con cariño y del que tú te beneficias, reconoce a tus vecinos, reconoce el trabajo de tus seres queridos. Reconoce el trabajo en tu entorno. Diles. Comenta.
Menciónales, recomiéndales, habla de ell@s. 
Esto probablemente no les haga subir su salario, pero seguro ayudarás a su difusión y por encima de todo, a que sientan apoyo y bienestar con aquello que realizan.