sábado, 16 de septiembre de 2023

No estoy lista

 No estoy lista.

¿Lo estaré? Probablemente sí, más adelante, no se si por elección o más bien por rendición. 

De momento, no estoy lista.

Nunca he sido de publicar muchas fotos sobre mí en redes sociales.
¿Por qué? Porque no me gusta mostrar más de lo que muestro. Simplemente por eso. Porque me siguen dando vértigo las nuevas tecnologías. Porque pienso que mi intimidad me pertenece. 

Sigo pensando que si de por sí ya lo saben todo acerca de nuestras vidas, para qué ponerlo tan fácil como para mostrarme abiertamente. No critico a quién lo hace, ni mucho menos, de lo contrario no seguiría a personas en redes sociales que me ofrecen contenido que considero valioso y por el que estoy agradecida, sobre todo, esos videos donde muestran trucos de limpieza que me han salvado de muchas manchas.

Simplemente sigo sin estar lista para publicar ciertos aspectos de mi vida en forma de fotografías o videos. Creo que la intimidad es algo de lo poco que me queda para mí misma, ese algo entre "yo y yo" o entre "tú y yo" o "nosotros" en esos momentos que son solamente míos o nuestros y de nadie más.

No espero que me comprendas, ni que te quedes con la idea de que solo escribo desde la veracidad porque no es así. Si me conoces, sabrás que solamente comparto pensamientos, sentimientos, momentos con el fin de aportar algo a otras personas porque sé que no soy la única que piensa así y a veces, necesitamos no sentirnos tan diferentes entre esta masa humana. Y si algo de lo que escribo puede ayudarte a no sentirte tan sola en pensamientos similares pues de algo habrá servido.

No os imagináis las veces que me piden explicaciones de por qué no deseo compartir imágenes de mi hija en whatsapp o en cualquier otra red social. O cuando pido que por favor no le tomen fotografías. Las miradas que recibo, o los comentarios que escucho. ¡Mujer, si no pasa nada! ¿Qué va a pasar?

A veces me resulta cansado y siento molestia ¿por qué debo justificarme por desear proteger a los y las infantes y en este caso a mi hija? ¿por qué debo justificar lo que considero seguridad? Mis compañeras de claustro saben que me intereso por la protección de cada infante ante las conductas que considero a veces avasalladoras sin pedir permiso. Y he de decir que en esta profesión, a lo largo de los años he visto maestras que toman fotografías para su uso personal de blogs u oposiciones y maestras que son muy respetuosas al tomar fotografías aunque dicho consentimiento esté firmado. Maestras que se burlan de caras de niños o niñas que no salen tan bien en las fotos y maestras que velan por su protección. Maestras que se toman su tiempo y borran cada carita antes de publicar en redes y maestras que apartan al niño o niña de la foto para facilitar el trabajo. No sé si estas experiencias pasadas que he vivido alimentan mis inquietudes en este tema como madre.

Nunca enviamos esa primera foto de nuestra hija recién nacida por whatsapp.

De hecho, durante el primer año de vida ni siquiera tomamos fotografías con el móvil, principalmente para no tenerlo a mano y caer en esa tentación de en un "clic" darle a enviar, la otra razón es que si perdiéramos el móvil, otra persona se haría cargo de esa intimidad. Compramos una cámara fotográfica únicamente para fotografiarla. Sí, pasé un confinamiento sin enviar fotografías, quizás alguna videollamada, pocas.

Me he acostumbrado a que me llamen exagerada cada vez que comento que no comparto fotografías de mi hija. No, no lo hago. Ni siquiera a mi familia. Nadie de mi entorno almacena en sus móviles fotos de mi hija. A veces siento enfado ¿por qué exagerada? ¿por qué no miramos a la infancia con mayor respeto? ¿Por qué nos creemos capaces de invadir su mundo sin más?

¿Recibo fotos o videos de los peques de mis amigas que me envían con ilusión porque desean que los vea crecer? Sí. Ellas saben como pienso pero eso no implica que no podamos respetarnos en nuestras formas de hacer. Yo agradezco esa confianza depositada en mí y ellas saben que respeto las imágenes y no las almaceno en mi móvil, las elimino inmediatamente. Igual que no las juzgo por colgar imágenes de sus hijos, ellas no me juzgan por no publicar las de mi hija, igual que tampoco te juzgaría si te gusta compartir las imágenes de los tuyos y estás leyendo esto.

Hay personas que entienden más a los animales que a los humanos, a mí me pasa con los niños y niñas, entiendo más su lenguaje y sus necesidades que las de los y las adultas. Por eso quizás, me cueste entender ciertos comportamientos adultos.

Cuando mi hija tenía dos años empecé a fotografiarle con mi celular, por la razón de que efectivamente, la cámara no siempre estaba disponible y perdía muchos momentos dignos de recordar. No realizo muchas fotografías, sin embargo, cuando tengo varias imágenes o videos en los que ella aparece, los vacío en mi disco duro y allí las almaceno. Cuando mis amigas cercanas o familiares desean tener fotos de mi hija, imprimo varias.

No solamente pienso en la cantidad de personas (más de las que nos imaginamos), que almacenan fotografías de niños y niñas con fines personales, hay un motivo que va más allá y que siempre me ronda la cabeza: es el permiso consciente que ellos tienen sobre el mundo digital y lo que supone exponerlos en redes sociales. ¿Nos han dado permiso consciente para exponer las fotografías en redes sabiendo lo que esto conlleva? Ojo, que no lanzo esta pregunta para que en el caso de que compartas fotografías de tu hijo o hija y leas estas líneas sientas culpabilidad, no. Simplemente son preguntas que yo me lanzo y me planteo. Yo pienso que menos mal que no nací bajo esta tecnología porque no me gustaría que mi vida estuviera almacenada con imágenes y videos en este espacio cibernético. Quizás a mi hija no le importe y cuando sea más mayor desee compartir su imagen. Pero creo que es algo que debe de elegir cuando sea mayor ya que se trata de su privacidad e intimidad.


PREGUNTA 1. ¿Les pedimos permiso para tomarles una foto? 

A veces veo en la calle niños o niñas que no quieren tomarse fotografías, me alegro cuando respetan su momento y no se las toman, pero en otras he visto cómo se les obliga a posar, se les insiste con distractores e incluso he llegado a ver cómo se les amenaza con no comprarles ese juguete que tanto les gusta si no sonríen en la cámara para un selfie. "Si no quieres tomarte la fotografía conmigo no me pidas luego nada". Esta fue la última frase que escuché en una fila de atracción infantil cuando un niño no quería tomarse la fotografía. Estaban muy enfadados porque el pequeño se negaba y negaba a posar, el niño lloró, finalmente tras un rato de insistir y chantajear, en el selfie salieron sonrientes. Me pregunto cómo todo este enmascaramiento de emociones que está detrás de tomarse fotografías puede también influir en el desarrollo infantil. Un ejemplo de la sociedad actual, lo que se muestra en redes vs la realidad que hay detrás. Y sin irnos más allá, simplemente lo que un ser humano muestra hacia afuera en el día a día y las emociones con las que convive y que, en la mayoría de ocasiones, no se es consciente.

En la mayoría de ocasiones no se pregunta, sacamos la cámara y disparamos el objetivo. Reconozco que aunque pocas veces, sí me ha pasado en alguna ocasión y es algo que no me gusta hacer. Cuando alguna vez ha sucedido, si mi hija me dice que no quería la foto me detengo, me doy cuenta de lo que considero un error y me agacho a ella automáticamente a decirle: - lo siento cariño, debía haberte preguntado. Le enseño la fotografía y le pregunto si desea que la borre y automáticamente si me dice que sí, la borro delante de ella.

Cuando le pregunto y me dice que no quiere fotos, pues sencillamente no le hago fotos.

Cuando le pregunto y me dice que sí puedo hacerle fotos, hago la foto espontánea, en ningún momento le digo cómo tiene que colocarse o cómo tiene que sonreír. Nunca le digo que sonría forzosamente, ni le enseño a poner caras. Se que alguien le enseña a hacerlo y a mí solamente me queda reforzar que ella es libre de poner la cara que guste, que el alma no entiende de caras feas o bonitas y que siempre puede elegir cómo desea salir en ellas.

¿Y ahora? ¿Qué pasa si desea salir junto a su amiguita en una fotografía que le toman? ¿Estamos las familias concienciadas como para no publicar fotos de hijos o hijas que no son los nuestros?


PREGUNTA 2. ¿Les pedimos permiso para publicar sus fotos en redes? 

Aquí es donde me viene la duda porque... ¿Cómo van a decidir ellos sobre algo de lo que no son todavía conscientes o responsables? ¿Cómo van a decidir sobre algo de lo que nos cuesta entender las consecuencias incluso siendo personas adultas?

Y me lanzo muchas más preguntas... 

¿Qué impacto puede tener en su autoestima el bombardeo de fotografías que a veces hacemos? 

¿Qué impacto puede tener eso de: "venga sonríe", "pon una cara bonita", "ahora ponte así" en la construcción de su propia identidad?

¿Qué impacto puede tener en la construcción de su identidad la exposición superficial a la que les sometemos tomando tantas fotografías al día?

¿Qué impacto puede tener la exposición de la infancia en las redes sociales?

¿Qué impacto puede tener esa exposición cuando lleguen a la adolescencia?


No, no estoy lista. 

Sin embargo, no puedo controlar el postureo del que ya se está alimentando cuando ella no está conmigo "sonríe, ponte así, haz esto, ponte asá". No puedo controlar su aparición en redes sociales porque siempre puede salir de fondo en una fotografía ajena. De momento, solamente me queda tomar fuerza para ir mostrándole otra cara, para irle acompañando y diciendo que le deben pedir permiso para tomarle una fotografía, al igual que ella debe de pedirlo para fotografiar.

Pedir permiso, eso que tanto a veces nos cuesta.

Ahora que empieza el colegio ya siento más de cerca esa presión ante la posibilidad de que mi hija sea compartida en redes cosa que no deseo. ¿Cómo podemos gestionar estos casos en una sociedad poco acostumbrada a pedir permiso? 

Tengo un amigo que publica algunas fotos de su familia, a veces no siempre sale únicamente su familia, sin embargo, siempre se toma el tiempo de tapar al resto de niños y niñas que aparecen en primer plano para proteger su intimidad. No es mi hija la que sale pero siempre le agradezco el gesto por el respeto con el que lo hace. Me da alegría de que la sociedad va cambiando poco a poco y vamos tomando consciencia de que no somos dueños de todo aquello que fotografiamos y mucho menos de compartirlo en redes. Puede ser que no nos demos cuenta y lo hagamos sin pensar, por supuesto, sin malicia. Sin embargo, creo que debemos prestar más atención, sobre todo, si se trata de menores. Gracias a todas las personas que se toman el tiempo en proteger los rostros de esos niños y niñas que desconocen y que aparecen en sus fotografías.

Yo, mientras tanto, sigo sin estar lista. Sigo pensando en los pocos días que me quedan para comunicar en el grupo de familias que por favor, no compartan fotos de mi hija, y que si sale en alguna fotografía puedan poner ese emoticono que le tape. 

Quizás, un día esté lista. Quizás sea el año que viene o al otro, quizás sea dentro de dos meses. Pero de momento, no estoy lista. De momento sigo viendo más riesgos e inconvenientes que ventajas. Y me siento triste, me siento triste de pensar que no estamos protegiendo la infancia ante algo más grande que desconocemos. 

Me siento triste de no tener otra opción más que la de rendirme porque se trata de un compromiso global, de valores humanos comunes de respeto hacia la protección del menor, de protección de imágenes y no voy a poder controlar que alguien extraño fotografíe a mi hija en el parque o en cualquier otro lado mientras fotografía a los suyos y después lo publique.

Por el momento solamente está en mis manos reducir esa exposición en los entornos próximos y trabajar con mi tristeza y mi rabia sabiendo que ese día de rendición llegará, fuera de mi gusto, más pronto que tarde, pero llegará.

De momento no estoy lista.


Imágenes extraídas de pixabay

jueves, 2 de febrero de 2023

Del miedo a no atreverse al miedo a detenerse en la crianza

La entrada de hoy se balancea entre los extremos del no y los extremos del sí.

Quizás eres de una generación que también aprendió desde el "no puedes tocar eso, no puedes tocar aquello, no saltes que te caerás, no corras, no te subas ahí. No. No. No. Se ha utilizado y se sigue utilizando la sobreprotección desmesurada a base del miedo. 

No, no, no. 

Un "no" que constantemente predice con total seguridad lo que sucederá. Un "no" que abusa del límite e incluso deja de tener efecto porque forma parte de la banda sonora diaria. Un "no porque algo malo te sucederá" que invade desayunos, paseos, escuelas y permanece en cada rutina del hogar. 

Cuando ese "no" se convierte en hábito es el miedo el que surge para instalarse en algún lugar de tu cuerpo. Paraliza. 

Y entre lo que puede desencadenar el exceso de miedo encontramos que, si una sociedad vive sumergida en el miedo ésta se queda estancada y, por supuesto, se convierte en una sociedad altamente manipulable.

Hace años que en la escuela dejé de decirle al alumnado "no hagas eso porque te vas a caer". Así que ser maestra me ha facilitado algunas cosas para acompañar a mi hija de la manera que deseo o al menos, de la manera más parecida posible a lo que deseo. 

Observamos cómo coexisten ambas formas (la del NO y la del SÍ) de manera paralela. 

El "sí puedes, continúa". "Sí puedes". "¡Atrévete, vamos, adelante!"

Sigue, sigue, sigue. No te rindas. Aunque te enfermes, tú continúa.

Sí, sí, sí. 

Y así conviven ambos de la mano, un "no puedes" y un "no te rindas que tú puedes con todo".

Ambos tatuados bajo la piel en forma de creencias.

Del miedo a no atreverse al miedo a detenerse. 

¿Y el equilibrio? ¿Dónde lo hallamos en estas dos corrientes?

¿Y cómo se puede trasladar a la crianza?

Antes de seguir me gustaría recordarte que si eres madre o padre sabrás que no hay recetas mágicas. Solamente hay recetas que te servirán o no te servirán. Yo solo hablo de mi experiencia y de lo que me funciona o no. Lo comparto con el fin de que si te gusta y te sirve por un tiempo, lo tomes. Y si no, lo dejes pasar.

A continuación iré centrando el tema tomando como ejemplos situaciones que hemos vivido sobre todo en el parque. Aunque pareciera que estoy hablando de contenido diferente, conforme vayas leyendo podrás ir enlazándolo y verás cómo cobra sentido. Iremos balanceándonos entres síes y noes...

Me gusta cantar con mi hija una canción de "El kanka" que dice: "sí que puedes". 

Me gusta ver de cerca a mi hija cuando intenta algo nuevo y yo simplemente estoy ahí:

- A veces solo con mi mirada la observo en silencio, atenta a sus movimientos le transmito un "aquí estoy" sin pronunciar palabra.

- Otras veces, le aliento.

- Otras, le coloco mis manos en un lugar próximo a su cuerpo sin decir nada. Siempre a su lado en mayor o menor distancia dependiendo de si hay un riesgo de caída mayor.

Y así, dependiendo de cada situación puedo hacerlo diferente y empleo frases como: 

- "Hazlo con cuidado"

- "Sí que puedes"

- "Recuerda cariño: con concentración y confianza".


En el parque, quitado el típico columpio de balancín, al que sí decidí subirla por varios motivos, nunca le he subido a ningún otro columpio o tobogán sin que ella pudiera hacerlo por sí misma. Como mucho le he acercado mi pierna por si ella podía así escalarlo.

Y así, con todo lo demás, he estado cerca acompañando sin hacer mío su logro. Con un año podía subir las escaleras del tobogán y yo, aunque bajo la atenta mirada en forma de presión de otras familias simplemente le recordaba "con cuidado, concéntrate en tus pies (y se los tocaba) y en tus manos (y se las tocaba)"

Yo estaba cerca para evitar accidente mayor, no menor. Siempre he creído que era mejor para ella conocer algunos de los peligros por sí misma y no porque yo le dijera. Otros, los peligros de riesgo mayor como por ejemplo, la estufa o la puerta del horno, por supuesto, es otra forma de hacer. Nunca hemos tenido protecciones especiales y nunca se ha quemado con ello. Desde que empezó a gatear de vez en cuando yo aproximaba su mano con mucha delicadeza hasta una distancia prudente para que sintiera el calor que desprendían y le decía al mismo tiempo: "cuidado, el horno quema".

¿Y qué tiene que ver esto con el "sí puedo y el no puedo"? 

Me sirve para ir enlazando diferentes formas de hacer que muestran de manera aproximada cómo podemos mantener equilibrios en la crianza.

A modo de recapitulación, una de las claves para mí en este equilibrio ha sido recordarle de diferentes maneras: 

- "¿Te sientes segura y con confianza?"

- "Si estás segura de que puedes, hazlo con confianza, si ves que no puedes, dime".

- "Recuerda cuidar tu cuerpo".

- "Si tu cuerpo está preparado, hazlo con seguridad, si no lo sientes preparado, dime".

- "¿Crees que puedes lograrlo o necesitas ayuda?"


Si necesita ayuda siempre le he ofrecido la ayuda mínima con el fin de que sea ella la que decida si puede o si no puede y debe esperar otro momento.

Si en algún momento ella me ha dicho que no puede he actuado de dos maneras según la situación:

- "Yo creo que sí puedes lograrlo ¿y tú?" 

- "¿Quieres intentarlo? Yo estoy aquí contigo"

- "Si no quieres, puedes hacerlo de la manera que te sientas segura"

-  "Si no te sientes segura también es valentía decidir no hacerlo"

Ahora, con casi tres años la palabra "valentía" la he ido introduciendo en situaciones como las de este ejemplo. 

El entorno social y también una parte del familiar le empuja hacia una connotación de la persona valiente como aquella persona que se atreve a hacer las cosas. 

Imagino que también te sucederá porque es otra de las costumbres sociales bastante anclada. Mi alumnado a lo largo de estos años me ha ido enseñando que también denota valentía la persona que se atreve a decir delante del resto: "no puedo, no estoy lista" o simplemente, "no quiero".

Hace poco, en la feria, vi cómo se le llamaba valiente a un niño por atreverse a subir a una atracción que era para personas adultas. Una amiga del niño quiso acompañarle empujada por este aliento hacia la valentía. En el último momento ella decidió no subirse a la atracción y recalcaba que no había sido valiente, que no se había atrevido a subir. Yo conozco a esta niña y me sentí con la confianza de decirle: "Cariño, no atreverse también puede ser de valientes. Creo que has mostrado valentía por escuchar a tu corazón y no haberte subido si era lo que querías aun con toda la presión del resto de personas".

Me gusta cuando vamos al circuito de bicis y mi hija quiere aprender a bajar nuevas rampas, algunas las logra y en otras se detiene, se queda pensando y ella misma con casi 3 años dice: no me siento segura, da media vuelta y busca la alternativa. Yo siempre le refuerzo que expresar ese pensamiento o acción de no atreverse es cuidado y respeto hacia sí misma y es lo más importante.

Y ahí voy en la crianza. Vamos.  Ambas dos (mi hija y yo) aprendiendo la una de la otra en nuestros sí puedo, sí quiero, no puedo y no quiero. Balanceándonos. Creciendo juntas.

Deseo que este escrito pueda apoyarte. Y sino, pues déjalo pasar.

Gracias por leer y si lo deseas, puedes compartirlo y/o dejar tus comentarios.

miércoles, 30 de noviembre de 2022

El tiempo que no regresa

Y vuelve a pasar.
Esos planes que nunca volverán.
Planes que se pospusieron para un supuesto mejor encuentro, no llegarán.
Ese tiempo que ya no está.
Esa risa que se queda en el recuerdo y no volverá a estar presente.


Y vuelve a pasar.
Otra amiga estrella.
Sorpresa amarga que oscurece el día de repente.
Sorpresa incrédula.
Sorpresa que niega.
Que desmiente.
Sorpresa tras sorpresa.
Despliegue de emociones que salpican el presente y a la vez se sorprenden de sí mismas. ¿Es real?
Te encuentro sin buscarte tras esos cabellos frondosos, tras esas siluetas, esas voces... 
Te busco entre la gente como si fuera a abrazarte y recuerdo que no voy a encontrarte aunque haya llegado hasta aquí, hasta tu tierra. 
Otra vez vengo a destiempo.

Te sigo escuchando, miro y no estás.

¿Es posible revivir la muerte?
¿Me anestesio?
En este vaivén y borrachera emocional mi mente de repente se pregunta: ¿Quién será la siguiente?

¿Es posible revivir la muerte? 
Sigo recordando, sigo reviviendo sensaciones que me evaden a un pasado. 
Se entremezclan con nuevas sensaciones que nacen amorosas y agradecidas. 

Duelo que vienes de nuevo a este hogar en nombre de mujer. 

Ya no hay tiempo, como dice Rosendo. No se dónde estás.

Mujer fuego, mujer determinación, mujer diversión, mujer risa, mujer mediación, mujer red, mujer conexión de mundos, mujer corazón, mujer valor, mujer volcán, mujer acción, mujer, MUJER.

Cierro los ojos y te veo frente a mi, sonriente y, esta vez, serena. De pronto, todos mis recuerdos pasan fugaces sobre todo ese espacio-tiempo que ya fue y no volverá. Risas, canto, Paco Ibáñez, campanita, juegos, gatita, plumas, colores, baños de agua fría, resistencia, composición literaria, voz, corazón, conciertos, días, noches, cafés, plantas, mallas, botas altas, caricias, abrazos, música, escenario, latido, soluciones...

Agradezco este último tiempo que nos ha unido en una maternidad distante.
Agradezco esos largos audios en los que nos fundíamos para ponernos al día en varios días.
Agradezco a tu fuerza y motor que nos ha unido a tantos corazones. 
Mujer corazón.
Corazón.
...

Corazón fallido esta vez.
Te amo, allí donde estés quiero recordártelo porque no se cuándo fue la última vez que te lo dije.
Gracias por el aprendizaje, allí donde estés. 
Deseo imaginarte muy bien acompañada por quienes marcharon antes.
Vuela alto mujer poderosa, vuela alto y sigue iluminando con tu fuerza y luz.

Allí donde estés te envío mi amor y agradecimiento.


lunes, 12 de septiembre de 2022

Madre gestante

Estamos tan habituadas a ver mujeres gestantes en nuestro día a día que olvidamos todo lo que está sucediendo dentro de sus cuerpos.

Un Universo se está creando. Sangre, huesos, músculos, tendones, órganos, uñas, pelo, piel...

El cuerpo de la madre se transforma por completo por dentro y por fuera. 

El cuidado y sostén hacia la mujer embarazada debería ser un derecho.

El entorno familiar, sobre todo próximo, debiera ser también responsable del bienestar de la madre.

Desde años que me maravillo cada vez que me encuentro con una mujer embarazada. Me pregunto todo lo que estará girando a su alrededor, cómo se sentirá, si estará siendo acompañada, qué miedos tendrá, si tendrá sostén de otras personas, si tendrá cuidados físicos y emocionales en su entorno... 


Hagamos sostén. Recuerda, un Universo se está creando.


¿Qué entendemos por cuidado y bienestar? 
Aquello que para esa madre gestante sea cuidado y bienestar. 

No lo que tú entiendas como persona que acompaña. No lo que el resto suponga, no lo que el resto crea o interprete como ayuda. AYUDA solamente será aquella que se base en lo que la madre necesite y no en lo que tú crees que necesita.

Si quieres el cuidado y bienestar de la madre gestante y bebé: escucha a la madre. Pregunta qué necesita. Atiende sus peticiones sin invadir su espacio y su momento.

Se está dando una gran transformación.


Existe mucha información acerca del autocuidado en el embarazo, aspecto fundamental. 
Sin embargo, ya que hay una masificación de información al respecto, en esta ocasión he deseado hacer hincapié en todo aquello que envuelve y afecta al estado emocional y físico tanto de la madre como del bebé. En el cuidado y sostén que debiera recibir cada madre por parte del entorno.

Mi embarazo no fue sencillo en ciertos aspectos comentados. No me sentí acompañada en muchos momentos. Llegué a sentir la soledad, la incomprensión por parte del entorno, el descuido, la invasión, la asfixia, el abandono. Y encontré mi fuerza para dedicarme y enfocarme en mi embarazo de la forma que deseaba hacerlo. Encontré la manera de rodearme de personas que me aportaban paz, comprensión y amor en momentos que necesitaba. Por ello, deseo apoyar desde aquí a otras madres que estén pudiendo atravesar una situación similar.

A veces tendemos a distorsionar nuestros momentos. Decimos tantas veces de forma automatizada "todo va bien" que no nos detenemos a reflexionar si realmente está siendo así. 
A mí me sirvió reconocer las situaciones que me provocaban daño, enfado y estrés.
Me sirvió serme fiel y dar continuidad en mi embarazo a una alimentación que considero saludable desde 2009 libre de carnes, a pesar de la presión vivida por algunas personas que curiosamente no eran las matronas. Ellas apoyaron mi decisión. (Mi hija nació completamente sana)

Me sirvió detenerme y atender mis emociones. Sé que si las hubiera ocultado, disfrazado o evitado arrinconándolas en mi interior, habría provocado algún malestar mayor.

Una madre ya sabe que si sufre estrés va a afectar al bebé, no hace falta que se lo recuerdes.
En lugar de decirle este tipo de frases que vuelcan de manera exclusiva, la responsabilidad en la madre, escúchala y ayúdale a promover un entorno donde se sienta segura y en calma.

Si conoces a alguien que le pueda servir esta información, por favor, comparte.

Recuerda: es tu embarazo. Solo tú puedes decidir cómo deseas vivirlo en tu mayor bienestar y en el de tu bebé. Hay muchas maneras de hacerlo. Nadie tiene derecho a decidir por ti.

Gracias mamá y papá por haberme sostenido en buenos y malos momentos. 
Gracias mi querida Luci por haberme acompañado durante todo el proceso y haber sido sostén en los momentos más duros.
Gracias Miriam por tus clases de yoga que alimentaron mi cuerpo y alma.
Gracias Carolina por sostenerme como matrona cuando los apoyos me faltaban.
Gracias hermanita por estar lo más presente posible aún con la distancia que nos separa.
Gracias a mi querida amiga y partera Ceiba @uteroamor por el acompañamiento y ayudarme a sanar lo necesario.
Gracias "J" por recordarme, sin tú saberlo, la fuerza que me habita.
Gracias hija por elegirme como tu mamá.










jueves, 18 de agosto de 2022

Cenizas

Son las tres de la madrugada, descubro que hay un fuerte olor a humo en la habitación. 
Me levanto y compruebo que las ventanas están cerradas. 
Silencio nocturno roto por un incesante ruido de helicópteros. 
Agradezco a lo que hace posible y a quienes están ahí frente al fuego.

Ayer amaneció con el cielo encapotado por el humo. Me pregunto cómo amanecerá hoy. Cómo estarán pasando la noche los bomberos, los vecinos afectados, los animales...
Cenizas.
Mi corazón se encoge. 
Impotencia.
Desgarro.

Probablemente hayas experimentado lo mismo en estos días.

No es la primera vez que sucede en nuestra comarca y alrededores. 
Cada año se repite. 
El Alto Palancia difícilmente se libra.

Territorio en llamas, una vez más.

Duele.

Deseé dejar plasmado en mi tesis el gran incendio acontecido en 2012 a través de una parte del relato de Ernesto, alcalde de Teresa. Pienso en él y en lo que lloré mientras me contó lo vivido. Pienso en los habitantes. En todas las personas que conocí.

Siete años de investigación en el CRA Peña Escabia me ha servido para establecer relaciones más próximas con esta parte de territorio: Bejís, Teresa, Torás, Barracas y El Toro.

Deseé que el territorio formara parte de la contraportada de alguna manera. Me pregunto de qué forma se habrán transformado las ilustraciones que aparecen en el informe, reflejo de mis paseos por el terreno. Peña Juliana, barranco del Resinero, Peña Escabia... Fauna y flora hecha cenizas. 

Durante siete años han formado parte de mi día a día. Ellas no lo sabían pero a diario estaban en mi cabeza durante estos años. Todavía siguen estando.
Se crearon lazos y vínculos emocionales, amistades. Estos días vuelven a mi todos los recuerdos y mi deseo de que se encuentren lo mejor posible.



























Contraportada elaborada por Rafael Ardit, 2021.  
Ardit-Giménez, A. (2021). Escuelas atrincheradas, escuelas de oportunidad. Etnografía en el CRA Peña Escabia. Encuentros entre la pedagogía sistémica y la escuela inclusiva [tesis de doctorado, Universitat Jaume I de Castelló de la Plana].


Llevo desde el lunes con el corazón encogido. Y en las madrugadas, sin la necesidad de pensar demasiado, mi cuerpo se expresa a través de lágrimas a las que tampoco busco ponerles nombre.

Eso sí, permito que pase la lluvia de ideas que sin pensar demasiado, cae desde adentro. Estoy segura que algo tendrá que decir todo esto que llega a mi mente en este instante a modo de chasquidos.

Educación medio ambiental, compromiso ciudadano, sentimientos de pertenencia, valoración y reconocimiento del territorio, cambio climático, unidad comarcal, políticas de mantenimiento del territorio, rebaños colectivos para limpieza de montes, inversión económica, currículum educativo flexible y adaptado a cada territorio, saberes ancestrales, vínculo escuela - territorio. 

INVERSIÓN ECONÓMICA (más alto). 

Mmmm, no interesa.

Entonces me recuerdo que la tierra se regenerará sola una y otra vez. No nos necesita. Cuando la "Madre Tierra" ruge, ruge de verdad. 
Es el ser humano quien necesita de ella para sobrevivir. Son nuestros ojos y corazones los que no se acostumbran a ver un paisaje ennegrecido, se trata de nuestro propio sufrimiento. No soportamos verlo así, negro. No soportamos ver el sufrimiento animal.

Entonces pienso que quizás antes de la existencia del ser humano el planeta se incendió y sofocó otras veces y se regeneró... Eso sí, para nuestra convivencia en el territorio se necesitará replantear acciones que garanticen la sostenibilidad a largo plazo por el bien común, me refiero con éste un bien que no solamente sea dirigido hacia la especie humana.

¡Menos mal que no tenemos tanto poder como para destruirla!. 

Si alguien se destruye, será la especie humana o quizás nosotros con ella por una fuerza mayor. O al menos, eso creo.

Espero que durante mi paso por aquí pueda hacerlo lo mejor posible para que al menos, la generación que nos sigue no tenga que sufrir las consecuencias tan a corto plazo.



Desde aquí todo mi apoyo.
Desolador.

miércoles, 30 de marzo de 2022

Dolor...

Y de nuevo duele, tu mente se bloquea y te cuesta pensar de manera lúcida. 

Si estás pasando por un momento difícil en tu vida quizás esta entrada pueda apoyarte aunque sea un poquito.

Te duele tanto que no ves salida. Tu mente se convierte en un bombardeo constante de imágenes, frases y pensamientos que lejos de apoyar, boicotean cualquier intento de ánimo.
Duele tanto vivir que quizás crees que no estás lista o listo para ello.
¿Te has avergonzado alguna vez de pensamientos similares?
¿Te has sentido juzgada cuando has compartido cómo te sientes?
¿Las respuestas que has recibido de tu entorno te han hundido todavía más?
¿Sientes que la vida pesa demasiado?
¿Que no hay salida?
¿Que lo haces todo mal?
¿Que no eres suficientemente buen@?
¿Que nadie de tu entorno te comprende?...

Vivimos tiempos complejos, demasiado complejos. Yo me pregunto ¿Qué estamos haciendo o permitiendo como sociedad para que haya aumentado el número de suicidos? Sobre todo, en personas cada vez más jóvenes.

¿Qué podría hacer yo para aportar mi granito de arena en este mundo?

No se si esto pueda apoyarte porque somos diferentes. Sin embargo, te comparto lo que yo viví hace algunos años.
Cuando parecía que nada ni nadie podía ayudarme porque cualquier disciplina me costaba muchísimo, decidí empezar por pequeños pasos que me conectaban hacia adentro. 
Si escuchas esto por primera vez quizás te suene extraño o no sepas a qué me refiero o quizás, y aunque lo sepas, no sabes cómo hacer o por dónde empezar.

Me pasó exactamente igual. 
Es más, a veces, aunque lleve una larga trayectoria como acompañante de procesos emocionales, suceden eventos que vuelven a sacudirte fuertemente. Yo me respondo: "vienen a ponerme a prueba", a recordarme si estoy alerta, si estoy en mi centro.

Y a veces descubro que no lo estoy. Necesito parar, recordar, reconectarme conscientemente con lo que me gusta realmente. Encontrar tiempos para mí.

Si nunca antes has hecho alguna actividad que te haya permitido conocerte un poco más a fondo, te voy a compartir pequeñas acciones que me ayudaron en un pasado y que me mantienen en este presente para vivir con la mayor armonía posible.

En un primer momento no me ayudó la meditación, ni el Reiki, ni flores de Bach, ni otras de las disciplinas que probé.
Me di cuenta que estaba viviendo una depresión más profunda y nada de estas disciplinas que me recomendaban tenía sentido. Es más, todavía me ponía más nerviosa cuando trataba de relajarme.
Si lo has vivido, sabrás que cuando la vida duele, duele de verdad, de manera que te asfixia y no puedes respirar.

Te comparto en forma de tips lo que me ayudó en primera instancia. No fue algo rápido, me llevó mi tiempo:

1. Encontrar algo, por pequeño detalle que fuera que me gustaba hacer y lo reconocía como acción saludable. "Comer pipas, ducharme, mirar por la ventana, pasear, acariciar a mi mascota, preparar un rico sandwich, escuchar pájaros, escalar, ordenar mi cuarto..."

2. Una vez ubicaba lo que me gustaba hacer fui dándome permisos para disfrutar de ese momento y estar presente, concentrada en lo que estaba haciendo. Solamente iba a ser un instante mientras durara la actividad. No me forzaba en alargarla más de lo que me creía preparada. ¿Y si sólo es un segundo? Estará bien. Ese es el segundo que puede iniciar una transformación.

Cuando estás metido hasta el fango no siempre se puede salir corriendo. A veces es necesario permanecer en la "mierda" un rato, lo necesario para agarrar el impulso y transformarte. No más.

3. Cuando podía prestar atención a la actividad escogida de manera presente, quiero decir, cuando pensaba solamente en la actividad de manera concentrada, entonces, mi placer se alargaba. 
Cuando descubrí que disfrutaba de verdad en estos segundos que luego fueron breves minutos, fue cuando un día quise introducir la respiración. 
Como mi estado de ánimo había cambiado podía prestar atención a mi respiración.

4. Ahora sí, ahora ya podía ampliar mi momento de presencia a través de la respiración. Empezar a prestar atención cuando mi estado de ánimo era placentero y no cuando lo intentaba a la fuerza. Comencé a introducir más momentos de prestar atención a la respiración y poco a poco me fue ayudando.

5. Entonces. El Reiki llegó de nuevo a mi vida y esta vez ya estaba lista para recibirlo al completo. 
Aquí se produjo la primera transformación hacia mi bienestar.

6. No solamente conectarme con esta disciplina me sirvió de ayuda, sino el encontrar un grupo de personas afines. 
El grupo servía y sigue sirviendo de sostén, me recuerda mi camino a seguir cuando me desvío, me recuerda mi dirección valiosa, lo que deseo para mí en mi vida.
Son fundamentales las compañías que escojas porque te harán vibrar de una u otra manera. 

Si crees que puede ayudarle a alguien por favor, difunde. 
No son tiempos fáciles. 
Para muchas personas son tiempos en los que la vida duele.

domingo, 13 de marzo de 2022

Momento presente

Infinitamente agradecida. Recibiendo a través de lo que doy. Recibiendo fuerza para estos tiempos en los que vivimos. Recibiendo la paz que necesito ante las turbulencias.

Desde la pandemia había dejado las formaciones en gran grupo. Durante este tiempo solamente he atendido a personas a nivel individual o grupos de confianza muy reducidos.

El pasado domingo estuvimos en este bello espacio. No puedo decir que estuve trabajando porque esta palabra todavía seguiría reduciendo lo que siento desde las entrañas. Digamos que disfruté y a cambio recibí mucho más que una aportación económica. Recibí cariño, aprendizaje, abrazos, reencuentros, calma, confianza y agradecimiento.

Quienes me conocen saben lo que amo mi profesión y cada vez que termino mi quehacer y recibo gratitud me invade la satisfacción de saber que de momento estoy en el camino. Sí, aquí es, me digo. 

El pasado encuentro de Constelaciones familiares surgió a raíz de la petición de una persona, fue ahí cuando sentí el impulso de volver a crear grupo.

La sala se llama Sat Kara y está en Benissanó (Valencia), es un espacio muy significativo porque pertenece a una amiga de corazón. No solo representa mucho para ella. Esta sala significa mucho para mí a través de lo que me ha mostrado su ser en todos estos años que la conozco y seguimos compartiendo. 



Esta sala ha sido su impulso, su búsqueda personal, su persecución de sueños, sus límites, sus retiradas, su desapego, sus inercias, su crecimiento y también sus tristezas y alegrías hasta que la ha parido. Esta sala es motivación, inercia. Muchos años compartidos en distancia y cercanía.

A Laura la conocí en abril de 2011. Asistió a uno de los cursos que facilité acerca de la educación holistica y cómo acompañar en la infancia de una manera respetuosa a través de nuestra transformación. Desde entonces seguimos caminando muy de cerca y hemos compartido mucho camino de alegrías y duelos.

Me siento infinitamente agradecida de regresar al grupo de la mano de este espacio. Gracias a los 12 sistemas que hicieron posible el encuentro. Un grupo de personas, algunas conocidas, otras desconocidas. Mirando heridas, liberando memorias, transformando miradas, sanando desde el alma.

Qué bello poder acompañar este trabajo que es lo que más me mantiene en el aquí y ahora inmediato, atenta a cada percepción, a cada mensaje, a cada movimiento, a cada suspiro, a cada mirada. Entregada con mi cuerpo y alma a hacer una de las cosas que más amo en esta vida. Ponerme al servicio y recibir.

Gracias infinitas a cada una de las personas que asistieron, a sus sistemas, y como no, a ti y a este espacio que nos acogió con tu presencia.

Este es mi camino, acompañar a otras personas.  De momento es donde deseo y dónde sé que puedo aportar al mundo. Ofreciendo lo que se hacer y lo que me gusta. Recibiendo.❤️

sábado, 26 de febrero de 2022

Las invasiones y nuestra Paz

Los ojos del mundo dirigidos hacia un solo lugar. Un segundo convertido en una eternidad.

¿Para cuándo la paz?


En este relato es mi último objetivo comparar toda esta serie de situaciones que menciono con una invasión de territorio como la que se vive actualmente y se ha estado viviendo y continúa en muchos otros países. Estas guerras que arrasan y te arrancan la vida de una manera desgarradora. Para nada deseo hacer esas comparaciones. 
Este escrito me ha surgido a raíz del momento en que vivimos y mi propósito no es otro que el de recordarme a mi misma el camino. De paso, si te sirve para que recuerdes el tuyo y arroje algo de luz en esta oscuridad, me sentiré mucho más agradecida con la vida.

Durante mis años vividos en México, tuve la suerte de ser acompañada por grandes maestros y maestras.
Todos ellos y ellas me guiaron en el proceso de mirada hacia mi interior y me aportó paz, mucha paz, cada vez más.
Comprendí que siempre podemos hacer algo y que, por pequeño que sea, siempre queda en nuestras manos la transformación.
No solamente son las formaciones, sino su puesta en acción porque cuando no lo practicas el miedo de nuevo surge y hace que actúes desde una vibración diferente.
Comprendí la importancia de la disciplina y del recordar.

Con el tiempo y muy a mi pesar también aprendí que hay personas que no quieren la paz (aparentemente), mucho menos transformarse. Probablemente algo más profundo les suceda y les arrastre hacia ese lado. Sin embargo, no es nuestra tarea desear que la otra persona cambie si la otra no desea que haya cambio. Puede ser frustrante y desgastante y además, el deseo de transformar a la otra nos sitúa en una posición de creernos en superioridad.

Me costaba creer o más bien no quería creer que determinadas personas buscasen como propósito satisfacerse a sí mismas a costa del sufrimiento de las demás. Cuando pienso desde la frialdad, me sigue costando entender cómo para sentirse superiores necesitan dominar, y no solo eso, sino que además, para conseguir dicho dominio necesiten pisotear el bienestar de la otra y su derecho a la intimidad.

Tristemente las dominaciones e invasiones no solamente suceden entre países, suceden en cada uno de nuestros espacios.
Estas invasiones de dominio suceden en la familia cuando por ejemplo se desea imponer a la otra, sobre todo, en un terreno en el que ya no corresponde tomar decisiones.
Las invasiones existen en cada pérdida de respeto hacia la otra. 
Suceden invasiones de casas y otros espacios personales.
Suceden invasiones de cuerpos.
Suceden también invasiones cuando no se respeta el ritmo de juego de la infancia.
Suceden invasiones cuando la persona adulta desvela la solución de juego en la infancia antes de tiempo robando así los aprendizajes y forzándolos para que sucedan cuando no corresponden.
Suceden invasiones en los patios escolares. Todos los días.
Suceden invasiones en los puestos de trabajo. 
Suceden en la calle con mensajes y golpes violentos y no tan violentos.
Suceden en las redes sociales.
Suceden invasiones teléfonicas.
Suceden invasiones en forma de creencias que te bombardean acerca de cómo tienes que llevar tu vida y cómo tiene que ser tu cama.

Siento enfado, sí. Mucho.

Cuando sucede este acto de dominación o invasión siento enfado, este mismo enfado me pone alerta. Me doy cuenta de lo que necesito, de que algo grande sucede dentro de mí.
Me doy cuenta que mis sentimientos y pensamientos no me ayudan y vuelvo a mí, regreso a mi paz. 
Me vuelvo conmigo en mi silencio, respiro. Y esto lo transforma todo adentro aunque no transforme nada allí afuera donde están los bombardeos.
Intento abrirme a una nueva mirada para conseguir paz, mi paz y la de mi entorno próximo.
Y desde esta paz me hago fuerte para seguir construyendo mis límites y confiar en mis fortalezas.
Porque a veces,  nada podremos hacer con las personas que llevan sus propias guerras y bombardean (bombas, palabras y acciones), nada podremos hacer en el tráfico de armas.

Ante estas situaciones cada vez tiene menos sentido desear cambiar a la otra. Es imposible y al mismo tiempo, no es nuestra tarea. No nos corresponde porque mientras estamos pendientes de lo que debería cambiarse en la otra, dejo de atender lo que puedo transformar aquí adentro para conseguir la paz.

A parte de mostrar al mundo nuestra repulsa hacia las guerras, sí podemos hacer aquí adentro algo para que todo este enfado se transforme.
Sí podemos hacer, es más, es nuestra responsabilidad sentir y crear paz, nuestra paz y la de nuestro entorno más cercano.

Y esta paz no significa estar en silencio, esta paz no significa hacer lo que los demás desean que hagas con tu vida, esta paz se dirige hacia tí, te envuelve y desde ahí recuperas tus fortalezas para establecer los límites esenciales y ser guardia y custodia de tí misma, cuidadora de tu cuerpo y mente. Protectora del bienestar de los infantes a tu cargo y a su vez esta paz que sabe limitar, puede ser revolucionaria.
Nuestros límites personales son una buena forma de establecer nuestra paz.
Como decía Gandhi: no hay caminos para la paz, la paz es el camino.

Y si has leído hasta aquí, te invito a que sigas preguntándote:
¿Para cuándo la paz en el mundo?
¿Para cuándo la paz entre países?
¿Para cuándo la paz entre vecinos?
¿Para cuándo la paz con tus compañeros de trabajo?
¿Para cuándo la paz en la infancia?
¿Para cuándo la paz lejos de la manipulación?
¿Para cuándo la paz lejos del chantaje?
¿Para cuándo la paz en tus comentarios del día a día?
¿Para cuándo la paz en tu mente y corazón?

¿Para cuándo la paz?

martes, 22 de febrero de 2022

Mi sentir acerca de las Constelaciones familiares

Hace un tiempo no me atrevía a nombrar en mi currículum mi formación y experiencia en Constelaciones familiares.
En todos estos años he escuchado todo tipo de argumentos.
Hoy comparto desde este perfil profesional que en cualquier trabajo las malas praxis que se hayan llevado a cabo son malas praxis y hay que sacarlas a la luz.

Si un maestro no ejerce como debiera es una mala praxis.
Si un abogado no ejerce como debiera es una mala praxis.
Si un médico no ejerce como debiera es una mala praxis.
Si alguien que realiza terapias alternativas no ejerce como debiera es una mala praxis.
En los cuatro casos debiera de ser algo personal y no en contra de la disciplina.

Si en los tres primeros casos no dejamos de confiar en la educación, en la medicina, ni en la abogacía ¿por qué se tacha de inválido incluso hasta de peligroso el tercer caso? ¿por desconocimiento? Hace años pasaba con la meditación y ahora ya la ciencia ha demostrado sus efectos. Ya no es cuestión de creer o no creer, el cerebro se transforma.

Las Constelaciones familiares te muestran otra cara de la situación que vives y esa transformación de tu mirada es la que hace que todo se transforme en tu sistema.

La persona que acompaña no aconseja, no decide por ti. Jamás te dirá lo que debes hacer. Es más, si estás viviendo alguna enfermedad ni siquiera entrará en debate y si le preguntas, te comentará que sigas con tus pautas médicas.

Habrá personas que les ayude la meditación, a otros el yoga, el Reiki, la acupuntura, la medicina china... Ni siquiera tienen que gustarte todas ellas.

Las terapias alternativas pueden ayudar a sentirte mejor y eso no debiera estar tachado por la sociedad. 
No se trata de escoger entre la medicina tradicional y la alternativa, sino de unir todo aquello que se encuentra a nuestra disposición para hacernos sentir en un bienestar mayor.

Eso sí, escoge muy bien a la persona que deseas que te acompañe en este proceso.
Tristemente vende humos hay en todas las profesiones y en esta por supuesto que también los hay.
En cualquiera de las disciplinas sospecha de quienes te digan que solamente esa opción te ayudará.

domingo, 13 de febrero de 2022

Entre ciencias y salarios...

Hoy voy a retomar un tema que tiene que ver con la investigación científica.
La otra noche escuché a algunas personas jóvenes estudiantes de Doctorado. Estaban reivindicando un salario y condiciones laborales dignas.
Todas ellas estaban trabajando en investigación y comentaban acerca de cuál era su salario. 
Me gustaría reflexionar sobre tres aspectos que llamaron mi atención mientras les escuchaba.

1. Valoro a la gente joven con entusiasmo y ganas de reivindicar derechos para una mejora laboral para toda la ciudadanía.

2. Partimos y coincidimos en que la carrera de investigación no está remunerada como pienso que debería, al menos en España.

Llamó mi atención conocer que todas las personas que escuché habían optado a una de las ayudas que se ofrecen como doctorando. No entraré en duda en si este salario es digno o no lo es porque sé que hay muchísimo trabajo detrás que jamás saldrá a la luz ni se reconocerá.

Sin embargo:
¿Y si hace algunos años que acabaste la carrera y no tienes opción a estas ayudas?

Sea como sea, invertir tu tiempo en realizar ciencia queda lejos de reconocerse en la mayoría de casos. En general la carrera de investigación está poco valorada. No solamente hablando de salarios, sino de reconocimiento en sí.

En mi caso pagué mis matrículas, mis cursos, mis siete años como estudiante. Recibí un premio a la investigación por parte de la Fundación Bancaja (3000 euros).  Muy agradecida porque la inversión que hice para el Doctorado fue grande y todo lo que venía como ayuda fue muy bien recibida, así que con este premio pude costear la impresión de los ejemplares finales y algunas matrículas.

¿Cómo lo hice para sobrevivir estos 7 años? 

A parte de la ayuda de mi familia, fui compaginando formaciones de profesorado, talleres a familias, consultas individuales y clases particulares con mis estudios. Todo ello junto con un embarazo y la crianza del primer año y medio de la pequeña. 
¿Aportó mi trabajo a la ciencia? 

Por supuesto, y pagué para ello. Como tantas y tantas personas que desean realizar ciencia aportando su grano de arena a la creación de nuevos conocimientos y ya no pueden optar a ayudas porque terminaron sus carreras universitarias hace algunos años.
Sin embargo, por otro lado, me gustaría mencionar que me formé gracias a las Universidades públicas, no solamente por sus instalaciones, sino por permitirme acceder a revistas prestigiosas de elevados costes. Me formé gracias a toda la ciencia que está en acceso abierto y a personas que deciden publicar en abierto para generar conocimiento al alcance de todas las personas.

¿Crees ahora que toda investigación tiene apoyos, subvenciones, incluso un salario detrás? 

Hemos visto que no y cuando digo salario digo salario, ni siquiera estoy nombrando la palabra "digno" detrás. En mi caso, como tantos otros que harán lo mismo, costeé el Doctorado con el salario a cuenta gotas que iba entrando y por supuesto, con la ayuda de mi familia. 

3. El tercer aspecto a reflexionar es sobre un comentario que hizo un participante. Estamos de acuerdo en que la ciencia necesita investigadores y remuneración. Por supuesto. Pero eso de que "las personas que investigamos necesitamos un salario digno porque no somos trabajadores de segunda"...
Y yo me pregunto:

¿Trabajadores de segunda quiénes son? 
Todavía no logro entender este comentario.

Reivindiquemos salarios dignos con los que tener acceso a viviendas confortables, a comida saludable, a calefacción, a gas, a luz, a agua, a medios de transporte y vida de calidad.
Reivindiquemos reconocimiento en investigación y más inversiones económicas para el avance científico en todos los ámbitos (que a veces se nos olvida que Educación también es ciencia). Pero no reivindiquemos porque creamos que hacer investigación debe tener un salario superior al que tienen otras personas. Reivindiquemos salarios dignos para todas las profesiones porque necesitamos ciencia pero también nos necesitamos de unas a otras para subsistir. Dejemos de creernos que quienes hacemos investigación merecemos más.

¿Sabes qué es algo que necesitamos y es totalmente gratuito?
El Reconocimiento.

Reconoce a tus amig@s, reconoce al resto de personas que hacen su trabajo con cariño y del que tú te beneficias, reconoce a tus vecinos, reconoce el trabajo de tus seres queridos. Reconoce el trabajo en tu entorno. Diles. Comenta.
Menciónales, recomiéndales, habla de ell@s. 
Esto probablemente no les haga subir su salario, pero seguro ayudarás a su difusión y por encima de todo, a que sientan apoyo y bienestar con aquello que realizan.

lunes, 24 de enero de 2022

Alimentación ¿Cómo lo hacemos?


Antes que nada me gustaría comentar que no soy nutricionista, y tampoco recomiendo con este artículo que hagas lo mismo y mucho menos que hagas algo en lo que no te sientas todavía segura. Comparto, como todo aquello que publico desde mi propia experiencia. Sin declarar si es lo mejor o lo peor, sino lo que a nosotros nos gusta y confiamos.

En casa no obligamos a comer y esto implica que cuando ella ya no quiere más, ya no come más. No hay más cucharadas, no se fuerza, ni jugamos al avión u otros juegos, ni ofreciéndole nosotros y muchísimo menos utilizando algunas de las distracciones tecnológicas (cero pantallas de todo tipo). 

Le ofrecemos desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena. A veces lo come, a veces no. Eso sí, cuando son los horarios de comida ofrezco comida, no me vale en ese momento desviar con un picoteo de antes de comer. Aunque siempre hay alguna excepción en días esporádicamente especiales.

Al principio vivíamos algún que otro día con incertidumbre y nos preguntábamos si estábamos acertando. Cuando venía y alguna vez viene el enredo mental me ayuda la siguiente frase: "Aurora, confía en ella, en su cuerpo, en su instinto" me daba y me da fortaleza.
Cuando no quiere comer durante un par de días seguidos y únicamente prefiere teta es una manera de detectar que algo sucede. Nos solemos preguntar si está relacionado con la boca. Casi siempre coincide que esta forma de alimentarse es porque le duelen las encías y aunque todavía no veamos de dónde viene ese dolor exactamente a los días apreciamos que un diente nuevo está por cortar. He de decir que solamente por esta razón he descubierto el movimiento en su boca porque apenas se queja.
Estar atentos de su forma de alimentarse nos permite prestar mayor atención a otras necesidades que puedan surgir.

Tenemos un armario a su alcance, donde ella puede abastecerse de comida que consideramos saludable cada vez que desea. De esta forma ella elige qué comer más allá del las comidas que ofrecemos. Casi siempre suele escoger los frutos secos.

He de decir también que todavía no ha tomado ninguna forma de azúcar más allá que el propio de frutas y verduras.

Hoy, por ejemplo,  ha querido para almorzar maíz suelto en granos, sin nada más. A continuación, un puñadito de nueces, anacardos, almendras y pasas. 
Confío siempre en su apetito, en que su cuerpo sabe qué necesita y me aseguro en que a lo largo del día vaya complementando aquello que es fundamental. Por lo que siempre toma: tetita, fruta, avena integral y ecológica y frutos secos. De una manera u otra esto lo toma a diario como base.
El resto de alimentos es lo que va más en función de su apetito. Igual un día se come un lenguado entero que otro día solo quiere un bocadito.

Esta semana había comido menos legumbres que otras veces y justamente estaba pensando acerca de cómo cocinarlas mañana. 
Para hoy ya tenía preparado un arroz de caldo de pescado y un poco de lasaña de verduras. Suelo tener preparadas dos alternativas de comida y cena para ella, por si acaso. Tampoco me la paso cocinando hasta acertar qué es lo que desea.
Hoy, a la hora de comer no ha querido nada de arroz, ni de lasaña y no es porque no le guste. Le gusta la comida, pero no siempre le apetece cualquier comida que le guste, lógico. Así deberíamos hacer nosotros también, no solamente comer aquello que nos gusta sin preguntarnos qué nos pide el cuerpo.

Retomando, justo cuando habíamos terminado nosotros dos de comer, ha ido al armario y me ha traído un bote de alubias blancas "gutbio" diciéndome a su modo que las quería comer así, frías. Se las he preparado en un plato y al ratito ya me estaba pidiendo más.

Después he caído.

¡Claro! Ahí estaban las legumbres que faltaban. 

Cada vez me alegro más de estar confiando en esta forma de alimentación. Desde el 2009 (época en la que estaba trabajando en Pingüinos en Chiapas) me imaginaba haciéndolo así el día que fuese madre. Al mismo tiempo me decía a mí misma que ojalá fuese capaz de haberme trabajado ciertos miedos para hacerlo de esta manera y confiar en ese instinto infantil.

Aunque sepa para qué lo hacemos así y haya estado preparándome años atrás por si llegaba este momento, aun hay veces en que los fantasmas llegan, me sigo preguntando si estaremos acertando o no. Lo que tenemos claro es que lo hacemos lo mejor que creemos para que así, pueda tener una relación más sana con los alimentos sabiendo escuchar a su propio cuerpo, recordando que los alimentos son parte de nuestra medicina.

Si has leído hasta aquí y hay algo que desees saber no dudes en preguntarme, te atenderé encantada.