sábado, 16 de septiembre de 2023

No estoy lista

 No estoy lista.

¿Lo estaré? Probablemente sí, más adelante, no se si por elección o más bien por rendición. 

De momento, no estoy lista.

Nunca he sido de publicar muchas fotos sobre mí en redes sociales.
¿Por qué? Porque no me gusta mostrar más de lo que muestro. Simplemente por eso. Porque me siguen dando vértigo las nuevas tecnologías. Porque pienso que mi intimidad me pertenece. 

Sigo pensando que si de por sí ya lo saben todo acerca de nuestras vidas, para qué ponerlo tan fácil como para mostrarme abiertamente. No critico a quién lo hace, ni mucho menos, de lo contrario no seguiría a personas en redes sociales que me ofrecen contenido que considero valioso y por el que estoy agradecida, sobre todo, esos videos donde muestran trucos de limpieza que me han salvado de muchas manchas.

Simplemente sigo sin estar lista para publicar ciertos aspectos de mi vida en forma de fotografías o videos. Creo que la intimidad es algo de lo poco que me queda para mí misma, ese algo entre "yo y yo" o entre "tú y yo" o "nosotros" en esos momentos que son solamente míos o nuestros y de nadie más.

No espero que me comprendas, ni que te quedes con la idea de que solo escribo desde la veracidad porque no es así. Si me conoces, sabrás que solamente comparto pensamientos, sentimientos, momentos con el fin de aportar algo a otras personas porque sé que no soy la única que piensa así y a veces, necesitamos no sentirnos tan diferentes entre esta masa humana. Y si algo de lo que escribo puede ayudarte a no sentirte tan sola en pensamientos similares pues de algo habrá servido.

No os imagináis las veces que me piden explicaciones de por qué no deseo compartir imágenes de mi hija en whatsapp o en cualquier otra red social. O cuando pido que por favor no le tomen fotografías. Las miradas que recibo, o los comentarios que escucho. ¡Mujer, si no pasa nada! ¿Qué va a pasar?

A veces me resulta cansado y siento molestia ¿por qué debo justificarme por desear proteger a los y las infantes y en este caso a mi hija? ¿por qué debo justificar lo que considero seguridad? Mis compañeras de claustro saben que me intereso por la protección de cada infante ante las conductas que considero a veces avasalladoras sin pedir permiso. Y he de decir que en esta profesión, a lo largo de los años he visto maestras que toman fotografías para su uso personal de blogs u oposiciones y maestras que son muy respetuosas al tomar fotografías aunque dicho consentimiento esté firmado. Maestras que se burlan de caras de niños o niñas que no salen tan bien en las fotos y maestras que velan por su protección. Maestras que se toman su tiempo y borran cada carita antes de publicar en redes y maestras que apartan al niño o niña de la foto para facilitar el trabajo. No sé si estas experiencias pasadas que he vivido alimentan mis inquietudes en este tema como madre.

Nunca enviamos esa primera foto de nuestra hija recién nacida por whatsapp.

De hecho, durante el primer año de vida ni siquiera tomamos fotografías con el móvil, principalmente para no tenerlo a mano y caer en esa tentación de en un "clic" darle a enviar, la otra razón es que si perdiéramos el móvil, otra persona se haría cargo de esa intimidad. Compramos una cámara fotográfica únicamente para fotografiarla. Sí, pasé un confinamiento sin enviar fotografías, quizás alguna videollamada, pocas.

Me he acostumbrado a que me llamen exagerada cada vez que comento que no comparto fotografías de mi hija. No, no lo hago. Ni siquiera a mi familia. Nadie de mi entorno almacena en sus móviles fotos de mi hija. A veces siento enfado ¿por qué exagerada? ¿por qué no miramos a la infancia con mayor respeto? ¿Por qué nos creemos capaces de invadir su mundo sin más?

¿Recibo fotos o videos de los peques de mis amigas que me envían con ilusión porque desean que los vea crecer? Sí. Ellas saben como pienso pero eso no implica que no podamos respetarnos en nuestras formas de hacer. Yo agradezco esa confianza depositada en mí y ellas saben que respeto las imágenes y no las almaceno en mi móvil, las elimino inmediatamente. Igual que no las juzgo por colgar imágenes de sus hijos, ellas no me juzgan por no publicar las de mi hija, igual que tampoco te juzgaría si te gusta compartir las imágenes de los tuyos y estás leyendo esto.

Hay personas que entienden más a los animales que a los humanos, a mí me pasa con los niños y niñas, entiendo más su lenguaje y sus necesidades que las de los y las adultas. Por eso quizás, me cueste entender ciertos comportamientos adultos.

Cuando mi hija tenía dos años empecé a fotografiarle con mi celular, por la razón de que efectivamente, la cámara no siempre estaba disponible y perdía muchos momentos dignos de recordar. No realizo muchas fotografías, sin embargo, cuando tengo varias imágenes o videos en los que ella aparece, los vacío en mi disco duro y allí las almaceno. Cuando mis amigas cercanas o familiares desean tener fotos de mi hija, imprimo varias.

No solamente pienso en la cantidad de personas (más de las que nos imaginamos), que almacenan fotografías de niños y niñas con fines personales, hay un motivo que va más allá y que siempre me ronda la cabeza: es el permiso consciente que ellos tienen sobre el mundo digital y lo que supone exponerlos en redes sociales. ¿Nos han dado permiso consciente para exponer las fotografías en redes sabiendo lo que esto conlleva? Ojo, que no lanzo esta pregunta para que en el caso de que compartas fotografías de tu hijo o hija y leas estas líneas sientas culpabilidad, no. Simplemente son preguntas que yo me lanzo y me planteo. Yo pienso que menos mal que no nací bajo esta tecnología porque no me gustaría que mi vida estuviera almacenada con imágenes y videos en este espacio cibernético. Quizás a mi hija no le importe y cuando sea más mayor desee compartir su imagen. Pero creo que es algo que debe de elegir cuando sea mayor ya que se trata de su privacidad e intimidad.


PREGUNTA 1. ¿Les pedimos permiso para tomarles una foto? 

A veces veo en la calle niños o niñas que no quieren tomarse fotografías, me alegro cuando respetan su momento y no se las toman, pero en otras he visto cómo se les obliga a posar, se les insiste con distractores e incluso he llegado a ver cómo se les amenaza con no comprarles ese juguete que tanto les gusta si no sonríen en la cámara para un selfie. "Si no quieres tomarte la fotografía conmigo no me pidas luego nada". Esta fue la última frase que escuché en una fila de atracción infantil cuando un niño no quería tomarse la fotografía. Estaban muy enfadados porque el pequeño se negaba y negaba a posar, el niño lloró, finalmente tras un rato de insistir y chantajear, en el selfie salieron sonrientes. Me pregunto cómo todo este enmascaramiento de emociones que está detrás de tomarse fotografías puede también influir en el desarrollo infantil. Un ejemplo de la sociedad actual, lo que se muestra en redes vs la realidad que hay detrás. Y sin irnos más allá, simplemente lo que un ser humano muestra hacia afuera en el día a día y las emociones con las que convive y que, en la mayoría de ocasiones, no se es consciente.

En la mayoría de ocasiones no se pregunta, sacamos la cámara y disparamos el objetivo. Reconozco que aunque pocas veces, sí me ha pasado en alguna ocasión y es algo que no me gusta hacer. Cuando alguna vez ha sucedido, si mi hija me dice que no quería la foto me detengo, me doy cuenta de lo que considero un error y me agacho a ella automáticamente a decirle: - lo siento cariño, debía haberte preguntado. Le enseño la fotografía y le pregunto si desea que la borre y automáticamente si me dice que sí, la borro delante de ella.

Cuando le pregunto y me dice que no quiere fotos, pues sencillamente no le hago fotos.

Cuando le pregunto y me dice que sí puedo hacerle fotos, hago la foto espontánea, en ningún momento le digo cómo tiene que colocarse o cómo tiene que sonreír. Nunca le digo que sonría forzosamente, ni le enseño a poner caras. Se que alguien le enseña a hacerlo y a mí solamente me queda reforzar que ella es libre de poner la cara que guste, que el alma no entiende de caras feas o bonitas y que siempre puede elegir cómo desea salir en ellas.

¿Y ahora? ¿Qué pasa si desea salir junto a su amiguita en una fotografía que le toman? ¿Estamos las familias concienciadas como para no publicar fotos de hijos o hijas que no son los nuestros?


PREGUNTA 2. ¿Les pedimos permiso para publicar sus fotos en redes? 

Aquí es donde me viene la duda porque... ¿Cómo van a decidir ellos sobre algo de lo que no son todavía conscientes o responsables? ¿Cómo van a decidir sobre algo de lo que nos cuesta entender las consecuencias incluso siendo personas adultas?

Y me lanzo muchas más preguntas... 

¿Qué impacto puede tener en su autoestima el bombardeo de fotografías que a veces hacemos? 

¿Qué impacto puede tener eso de: "venga sonríe", "pon una cara bonita", "ahora ponte así" en la construcción de su propia identidad?

¿Qué impacto puede tener en la construcción de su identidad la exposición superficial a la que les sometemos tomando tantas fotografías al día?

¿Qué impacto puede tener la exposición de la infancia en las redes sociales?

¿Qué impacto puede tener esa exposición cuando lleguen a la adolescencia?


No, no estoy lista. 

Sin embargo, no puedo controlar el postureo del que ya se está alimentando cuando ella no está conmigo "sonríe, ponte así, haz esto, ponte asá". No puedo controlar su aparición en redes sociales porque siempre puede salir de fondo en una fotografía ajena. De momento, solamente me queda tomar fuerza para ir mostrándole otra cara, para irle acompañando y diciendo que le deben pedir permiso para tomarle una fotografía, al igual que ella debe de pedirlo para fotografiar.

Pedir permiso, eso que tanto a veces nos cuesta.

Ahora que empieza el colegio ya siento más de cerca esa presión ante la posibilidad de que mi hija sea compartida en redes cosa que no deseo. ¿Cómo podemos gestionar estos casos en una sociedad poco acostumbrada a pedir permiso? 

Tengo un amigo que publica algunas fotos de su familia, a veces no siempre sale únicamente su familia, sin embargo, siempre se toma el tiempo de tapar al resto de niños y niñas que aparecen en primer plano para proteger su intimidad. No es mi hija la que sale pero siempre le agradezco el gesto por el respeto con el que lo hace. Me da alegría de que la sociedad va cambiando poco a poco y vamos tomando consciencia de que no somos dueños de todo aquello que fotografiamos y mucho menos de compartirlo en redes. Puede ser que no nos demos cuenta y lo hagamos sin pensar, por supuesto, sin malicia. Sin embargo, creo que debemos prestar más atención, sobre todo, si se trata de menores. Gracias a todas las personas que se toman el tiempo en proteger los rostros de esos niños y niñas que desconocen y que aparecen en sus fotografías.

Yo, mientras tanto, sigo sin estar lista. Sigo pensando en los pocos días que me quedan para comunicar en el grupo de familias que por favor, no compartan fotos de mi hija, y que si sale en alguna fotografía puedan poner ese emoticono que le tape. 

Quizás, un día esté lista. Quizás sea el año que viene o al otro, quizás sea dentro de dos meses. Pero de momento, no estoy lista. De momento sigo viendo más riesgos e inconvenientes que ventajas. Y me siento triste, me siento triste de pensar que no estamos protegiendo la infancia ante algo más grande que desconocemos. 

Me siento triste de no tener otra opción más que la de rendirme porque se trata de un compromiso global, de valores humanos comunes de respeto hacia la protección del menor, de protección de imágenes y no voy a poder controlar que alguien extraño fotografíe a mi hija en el parque o en cualquier otro lado mientras fotografía a los suyos y después lo publique.

Por el momento solamente está en mis manos reducir esa exposición en los entornos próximos y trabajar con mi tristeza y mi rabia sabiendo que ese día de rendición llegará, fuera de mi gusto, más pronto que tarde, pero llegará.

De momento no estoy lista.


Imágenes extraídas de pixabay