lunes, 10 de febrero de 2014

Me siento feliz de ser feliz ¡haciendo lo que amo cada día!.

Aprendiendo a aceptar lo que viene, aprendiendo de la tristeza, del temor, del enojo, de la alegría... pasando de estado en estado y observando mis personajes, pasando por todos ellos, sin saltarme ninguno y al mismo tiempo sin detenerme demasiado tiempo, intentando amarlos. 
Los y las niñas no necesitan que les enseñemos cómo si nosotras las adultas y adultos supiéramos y ellos no. Necesitan que les acompañemos en el descubrimiento de la felicidad por sí mismos, para ello necesitamos ser felices para acompañarles desde este lado. Sólo cuando sea coherente podré acompañar desde la coherencia. Cuando yo cambio, mi alrededor cambia. Los y las niñas no tienen cerebros vacíos que hay que llenar con información, sino con experiencias y para ello démosles el permiso de experimentar, caerse, ensuciarse, equivocarse. Se puede acompañar muy amorosamente con libertad y con límites básicos que les ayude en la convivencia. Cada quien decide el equilibrio entre estas.
 

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