domingo, 7 de mayo de 2017

Ella...

Ella.
Que siente.
Que mira con los ojos del alma.
Que es bruja.
Que sabe sin que hable.
Que escucha sin que diga.
Que escucha cuando digo.
Que sube, que baja, que sube y baja al mismo tiempo.
Que viene y va antes que el reloj marque el siguiente minuto.

Ella.
Preparadora de ungüentos, de pócimas, de alimentos para el alma y también para mi cuerpo. 
Sanadora de heridas. 
Que acuna, que mece, que ríe, que llora, que acierta, que se equivoca.
Que intenta.
Que logra.

Ella.
Que camina, que corre, que baila, que trepa, que escala, que anima, que descansa, ¿Descansa?

Ella.
Estado alerta.
Reparadora de corazón, de pensamientos.

Ella, allí.
Yo, aquí. 
Dos lugares diferentes, más lejanos, más cercanos. 
Dos lugares en un mismo corazón.
Caminando a diferente ritmo, diferentes espacios, diferente tiempo...

Ella, aquí conmigo.
Yo allí con ella.






Para todas aquellas que experimentaron ser madres durante días, meses y las que siguen experimentando con los años.
Para todas aquellas que pudieron ver el rostro de sus hij@s, para las que lo imaginaron. 
Para aquellas que pudieron escuchar el llanto, para las que lo vibraron. 
Para aquellas que parieron naturalmente, las que lo hicieron por cesárea, para las que estaban despiertas y las que apenas se enteraron. 
Para las que acogieron o adoptaron.
Para las que se fueron, para las que se quedaron.
Para las que sintieron un embarazo sin poder ver el rostro que engendraron.

Para todas las madres, para todas las vidas.

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