viernes, 16 de junio de 2017

A ti, ser de magia.

Se va acabando el día y pienso...
Qué afortunada de vivir un día más en esta intensidad de la que emergen diversas emociones.
Qué afortunada de rodearme de personas maravillosas que llegan como ángeles a poner piedras para que cruce el río con facilidad.
Qué lindo de aquellas que las quitan, y sin que lo sepan, me recuerdan que puedo hacerlo.

Pienso en las conversaciones y en los hechos de esta última semana. Justo hoy hace siete días que tomaba un te con una amiga en su terraza, hace una semana que salió de mi la siguiente frase:
- Estoy agotada, necesito soltar y dejarme cuidar.
Hace una semana de esa conversación, de pronto, una semana fuera de casa, nueva ciudad, nuevos espacios, nuevas lecturas, nuevas compañeras de trabajo y por tanto, nuevas personas que aparecen en mi vida.

A veces, algunas personas que pasan por mi vida no se imaginan lo agradecida o feliz que me siento de habérmelas encontrado, una frase, un silencio, un gesto del que quizás no son conscientes pero cuánto aprendizaje dejan en mi. Me guían, me llevan, me muestran, me sonríen, me divierten, me indican, me cocinan, me recogen, me acompañan...

Esas personas que van por la vida haciendo magia con sus sonrisas, con sus pasos, con sus silencios, no suelen llamar mucho la atención, más bien pasan desapercibidas, o en ocasiones no gustan a las demás personas y lo que es mayor, ellas, ni se imaginan el impacto que con sus acciones, pueden llegar a generar en la otra persona. Por eso hoy quiero reconocerlas.

Esta semana he estado rodeada de estos seres, han llegado a mi vida con aire fresco, con sorpresa, junto con una serie de cuidados desmedidos. Bombardeo de cuidados amorosos de personas desconocidas y no tan conocidas. Siete días recibiendo cuidados de personas hasta ahora, lejanas,más en el tiempo que en la distancia o personas antes inexistentes.

Y hace unas horas, mi último ángel, probablemente hace diez años no me hubieran calado sus palabras como lo han hecho esta tarde. Probablemente no hubiera sentido cercanía, y no por su forma de ser, sino por la mía de aquel entonces, por mi forma de mirar al mundo, esa forma que era experta en encasillar a ciertas personas en ciertos grupos, llena de creencias instaladas. Popkewitz, un autor que leí esta semana lo llamaría "razonamiento poblacional". Encasillar a un individuo en unas características que pertenecen a un grupo. Y precisamente este hecho no me hubiera permitido ver el ángel que le habita.

Dos horas y media de plática en un lugar cerrado, como es un coche, dan para mucho. No hay escapatoria, solo queda entregarte al viaje; a las palabras de la otra persona; a escuchar; al silencio; al sonido de tus propias palabras vibrando desde tu cuerpo mientras salen; al sonido de la velocidad.
Conversaciones profundas, experiencias cercanas a la muerte, esta palabra a la que tenemos tanto miedo, y aun siendo desconocidos, algo nos une, somos más parecidos de lo que nos imaginamos. Nos miramos y sonreímos. Te escucho y conecto contigo, me abres la puerta a tu corazón, pensamientos, emociones y decido entrar sin etiquetas, no quiero poner palabras a lo que me cuentas, solo escucharte con cariño, con la misma emoción con la que me cuentas. Mirarte con ojos amables y ver los tuyos bondadosos y entonces recordar "yo como tú".

La televisión a menudo sigue bombardeando violencia, sigue adormeciendo e inyectando miedo. Días como hoy, en los que me gustaría gritar al mundo, me queda este rinconcito de expresión para decir: "Todavía hay personas dispuestas a ayudar, a servir a la otra persona, a facilitar el camino en lugar de dificultarlo" solo hay que abrir los ojos y alejarnos de las etiquetas que contaminan nuestra mirada, si las pones no podrás ver a estos seres que seguro te rodean, a veces se esconden tras un traje de médico, a veces de maestra, a veces de militar...

Hace siete días, no podía imaginar este enorme cuidado recibido, sobretodo lejos de casa, sobretodo por personas desconocidas y de manera tan desinteresada. Infinitas gracias a las que estáis cerca y a las que estáis lejos. Regalos que llegan sin envoltorio y penetran hasta el alma.

Me siento afortunada de estar rodeada de estos seres conocidos y desconocidos, y aprovecho para decirte algo: "Seguro que si lees esto, eres uno de ellos".

Recuerda: "Todavía hay personas dispuestas a ayudar, a servir a la otra persona, a facilitar el camino en lugar de dificultarlo. Todavía hay personas que de manera desinteresada te apoyan" CONFIA

4 comentarios:

  1. A ver si te dejas ver por Madrid , mi querida Aurora... te estamos esperando con ansias. Un abrazo y muchos éxitos en tu proyecto.

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  2. Querida Elia,
    Este viaje ya se está cociendo, a fueguito lento. Gracias por el cariño con el que seguro me recibirás, como siempre. Te abrazo ;)

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  3. Un abrazo Aurora, un escrito precioso. Tu camino está lleno de éxitos ;-)

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