miércoles, 30 de marzo de 2022

Dolor...

Y de nuevo duele, tu mente se bloquea y te cuesta pensar de manera lúcida. 

Si estás pasando por un momento difícil en tu vida quizás esta entrada pueda apoyarte aunque sea un poquito.

Te duele tanto que no ves salida. Tu mente se convierte en un bombardeo constante de imágenes, frases y pensamientos que lejos de apoyar, boicotean cualquier intento de ánimo.
Duele tanto vivir que quizás crees que no estás lista o listo para ello.
¿Te has avergonzado alguna vez de pensamientos similares?
¿Te has sentido juzgada cuando has compartido cómo te sientes?
¿Las respuestas que has recibido de tu entorno te han hundido todavía más?
¿Sientes que la vida pesa demasiado?
¿Que no hay salida?
¿Que lo haces todo mal?
¿Que no eres suficientemente buen@?
¿Que nadie de tu entorno te comprende?...

Vivimos tiempos complejos, demasiado complejos. Yo me pregunto ¿Qué estamos haciendo o permitiendo como sociedad para que haya aumentado el número de suicidos? Sobre todo, en personas cada vez más jóvenes.

¿Qué podría hacer yo para aportar mi granito de arena en este mundo?

No se si esto pueda apoyarte porque somos diferentes. Sin embargo, te comparto lo que yo viví hace algunos años.
Cuando parecía que nada ni nadie podía ayudarme porque cualquier disciplina me costaba muchísimo, decidí empezar por pequeños pasos que me conectaban hacia adentro. 
Si escuchas esto por primera vez quizás te suene extraño o no sepas a qué me refiero o quizás, y aunque lo sepas, no sabes cómo hacer o por dónde empezar.

Me pasó exactamente igual. 
Es más, a veces, aunque lleve una larga trayectoria como acompañante de procesos emocionales, suceden eventos que vuelven a sacudirte fuertemente. Yo me respondo: "vienen a ponerme a prueba", a recordarme si estoy alerta, si estoy en mi centro.

Y a veces descubro que no lo estoy. Necesito parar, recordar, reconectarme conscientemente con lo que me gusta realmente. Encontrar tiempos para mí.

Si nunca antes has hecho alguna actividad que te haya permitido conocerte un poco más a fondo, te voy a compartir pequeñas acciones que me ayudaron en un pasado y que me mantienen en este presente para vivir con la mayor armonía posible.

En un primer momento no me ayudó la meditación, ni el Reiki, ni flores de Bach, ni otras de las disciplinas que probé.
Me di cuenta que estaba viviendo una depresión más profunda y nada de estas disciplinas que me recomendaban tenía sentido. Es más, todavía me ponía más nerviosa cuando trataba de relajarme.
Si lo has vivido, sabrás que cuando la vida duele, duele de verdad, de manera que te asfixia y no puedes respirar.

Te comparto en forma de tips lo que me ayudó en primera instancia. No fue algo rápido, me llevó mi tiempo:

1. Encontrar algo, por pequeño detalle que fuera que me gustaba hacer y lo reconocía como acción saludable. "Comer pipas, ducharme, mirar por la ventana, pasear, acariciar a mi mascota, preparar un rico sandwich, escuchar pájaros, escalar, ordenar mi cuarto..."

2. Una vez ubicaba lo que me gustaba hacer fui dándome permisos para disfrutar de ese momento y estar presente, concentrada en lo que estaba haciendo. Solamente iba a ser un instante mientras durara la actividad. No me forzaba en alargarla más de lo que me creía preparada. ¿Y si sólo es un segundo? Estará bien. Ese es el segundo que puede iniciar una transformación.

Cuando estás metido hasta el fango no siempre se puede salir corriendo. A veces es necesario permanecer en la "mierda" un rato, lo necesario para agarrar el impulso y transformarte. No más.

3. Cuando podía prestar atención a la actividad escogida de manera presente, quiero decir, cuando pensaba solamente en la actividad de manera concentrada, entonces, mi placer se alargaba. 
Cuando descubrí que disfrutaba de verdad en estos segundos que luego fueron breves minutos, fue cuando un día quise introducir la respiración. 
Como mi estado de ánimo había cambiado podía prestar atención a mi respiración.

4. Ahora sí, ahora ya podía ampliar mi momento de presencia a través de la respiración. Empezar a prestar atención cuando mi estado de ánimo era placentero y no cuando lo intentaba a la fuerza. Comencé a introducir más momentos de prestar atención a la respiración y poco a poco me fue ayudando.

5. Entonces. El Reiki llegó de nuevo a mi vida y esta vez ya estaba lista para recibirlo al completo. 
Aquí se produjo la primera transformación hacia mi bienestar.

6. No solamente conectarme con esta disciplina me sirvió de ayuda, sino el encontrar un grupo de personas afines. 
El grupo servía y sigue sirviendo de sostén, me recuerda mi camino a seguir cuando me desvío, me recuerda mi dirección valiosa, lo que deseo para mí en mi vida.
Son fundamentales las compañías que escojas porque te harán vibrar de una u otra manera. 

Si crees que puede ayudarle a alguien por favor, difunde. 
No son tiempos fáciles. 
Para muchas personas son tiempos en los que la vida duele.

No hay comentarios:

Publicar un comentario